Fue en la década de los años 60 cuando Winter revolucionó la cura de heridas pasando a un modelo que se basaba en la “cura húmeda”, dónde demostró que las lesiones cubiertas por una lámina de película impermeable curaban 2 veces más rápidas que las expuestas al aire. Lo que supuso, entonces, la revolución de los apósitos basado en el microentorno para mejorar la cicatrización de las heridas.
De esta forma, surgieron multitud de apósitos como lo antimicrobianos de plata, Hidrocoloides, alginatos, hidrogeles… A pesar de los avances el manejo de las heridas sigue siendo un gran desafío debido a su subjetividad, la complejidad del proceso de cicatrización y la variabilidad del paciente.
En estos momentos nos encontramos en un proceso donde la evidencia científica se está viendo reforzada para la profesión enfermera, donde un paso importante para la nueva revolución de la cura de heridas será el uso de sensores que pueden utilizarse para conocer el estado de las heridas. Sobre todo, en aquellas úlceras crónicas que representan una importante carga social y de morbilidad en todo el mundo. Por ejemplo, en EEUU la morbilidad estimada por esta causa es de 6,5 millones de pacientes y representa un coste de $25000 millones.
Smart dressings o apósito inteligentes, solución TIC para la sanidad
Ahora más que nunca cuando los servicios sanitarios no pueden hacerse cargo de las patologías crónicas por la pandemia. El desarrollo de los “Smart Dressings” o apósitos inteligentes, pueden presentarse como una solución para disminuir la carga asistencial con el uso de tecnologías de punto de atención (POC) como estas.
Estos apósitos inteligentes tienen el potencial de acelerar el diagnóstico de las heridas mediante biosensores incorporados en el apósito lo que nos permite tener un monitoreo continuo o semicontinuo sobre la herida. Esta información puede usarse para ayudar a guiar al profesional de enfermería a adoptar una mejor estrategia que se base en datos objetivos, consiguiendo una mayor resolución y aprendizaje sobre las mejores terapias aplicar.
Así, existen multitud de sensores para la detección de infecciones que podemos encontrar y que nos ayudarían en la valoración de las heridas como: sensores dirigidos a la bioquímica bacteriana (piocianina; urato o ácido úrico que se encuentra en úlceras venosas crónicas; toxinas como la fosfolipas A2), Silicio poroso (biosensor óptico que pueden mostrar cambios en las propiedades fotónicas para detectar bacterias), sensores de olores, temperatura, detección de cambios en el pH, sensores de humead o imágenes de heridas.
Todos estos parámetros nos servirán para mejorar las curas de las heridas basándonos en evidencia científica, reduciendo la variabilidad existente en las curas de las heridas crónicas. Esta recopilación de datos nos permitirá tomar decisiones informadas a los enfermeros para dar una respuesta basándonos en el concepto de medicina personalizada.
¿Estás preparado para esta revolución en el mundo del tratamiento de las heridas con esta tecnología como enfermero? ⬇️⬇️
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Este artículo está elaborado por Francisco José García González, director del Máster ISD.